Una vez mas nos hemos reunido de nuevo para celebrar el Consejo de la Shanga y hemos podido constatar su profundidad y su fuerza.
Desde la perspectiva atenta y calmada que proporciona la práctica de zazén, la predisposición mental a la que inducen las lecturas y a través de la practica de los ritos ceremoniales de aceptación de nuestras circunstancias karmicas, de la renovación de los votos y del ofrecimiento de nuestros méritos, se crea ese clima especial en el que se amplia el limite de la percepción de nuestros pequeños yoes para incluir en ella a los demás.
El consejo como una entidad propia, expresa a través de sus miembros sus sentimientos y pareceres, todos ellos de distinta índole y color como sucede en la vida misma y en todas las cosas y por ello mismo como los estados de ánimo, se muestran siempre cambiantes, siempre nuevos y es en ese marco de aceptación y de escucha empática donde surge cada vez esa clara sensación de interrelación de interdependencia.
En esos instantes se deja de ser yo para ser Shanga, para sentir que somos algo mas que el estrecho límite de nuestros cuerpos.
Pocos espacios he conocido donde se den esas circunstancias concretas que permiten acceder a ese atisbo de auto trascendencia.
Sin duda alguna, nuestra naturaleza es sorprendente y sutil.