Un fin de semana para sentarse y sentirse
He escrito mucho, en mi vida: empecé a una edad temprana. Y, ahora que debo escribir la crónica de la última Jornada de Introducción Zen realizada en Alicante, me doy cuenta de mi imposibilidad para expresar lo vivido. Una sucesión de actos relatados cronológicamente no hace justicia a lo acaecido. Pero lo intentaré…
Dieciséis de febrero. Diez de la mañana. Centro Zen de Alicante. Congregaos allí, ese día y a esa hora, escuchamos las indicaciones de Samuel acerca de cómo entrar en el dojo. Pie izquierdo, zafu en mano, saludo al altar. Presentaciones: no es fácil encontrar palabras para exponer nuestras motivaciones. No será fácil, tampoco, encontrarlas al día siguiente para explicar la experiencia de haber practicado Zazen. Nuevamente, la insuficiencia del léxico. Esta crónica no avanza.
Con la instrucción de Samuel Soriano y la inestimable ayuda de otros compañeros caminantes de la Vía del Zen, 15 almas dieron un paso en el largo sendero que conduce a la consciencia despierta y a la aceptación. ¿Qué decir? Acaso sólo pueda, en este momento, respirar, mostrar mi agradecimiento y guardar un poquito de silencio.