¿Truco o trato? ¿Nos abandonamos el domingo en la playa, en el fin de semana, por ahora, más caluroso del verano 2007 o nos metemos en una jornada intensiva de zazen en el local de la Asociación Zen de Alicante? Todos los días no tienes alternativas y ocasiones tan contrarias.
Aquella mañana, catorce personas nos levantamos temprano para estar a las ocho en punto clavados en el zafu, bueno, catorce y uno más, aquel que vino a cobrar los gastos. El tesorero si marcharía a la playa con el encargo de darse y dedicarnos chapuzones varios.
El 29 de Julio, catorce perturbados ,escogieron, parecía, trato consigo mismos y aceptaron la propuesta de la AZA. En concreto, diez hombres y cuatro mujeres con distinto bagaje de práctica meditativa veníamos aquejados de una honestidad compartida: ese día , como reto y dedicatoria, intentaríamos dejar de hacer-nos trucos. O algunas artimañas menos. Nueve periodos“completitos” de zazen intercalados con kinhin y ceremonia incluidos dejaban poco margen a la escapatoria.Esa campana que suene ya,por favor.Cada uno sabia o intuía cuales eran sus clásicos populares para la huida de si y de los otros, cuales eran las especialidades arteras de su carácter para apañarse con la realidad. Sin estar, nada por aquí, nada por allá. Y mantenerse en la ignorancia y la no atención, olvidados. Todos queríamos aprovechar y ponernos a la faena de hacernos íntimos y presentes, aquí y ahora, adoptando una simple postura milenaria: sentarse y sentirse. Nada menos. En churro, media manga o mangotero. O sea, en loto, medio loto o como puedas. Si alguien hubiera ofrecido un atajo o una píldora rápida para esta sanación la hubiéramos comprado.
Pero, todo esto, ¿ con qué sentido? Para esculpirnos, nos entono Samuel más tarde, en una escogida lectura de un libro del Maestro, que sucedería a otras tan apropiadas. Escultores con una sola técnica. A costa de reconocer el infierno, comprobar como las rodillas y la espalda te suplican que abandones, estúpido, por qué no te has ido a la playa; alucinar con la conversación autónoma de tus pensamientos que no se aquietan ni aburríos, los muy cabrones. Esculpirnos, pero no escupirnos.Una L de novato bastaba para cagarla. Como auto imagineros, cincelar nuestra mente y nuestro cuerpo, a la vez, como unidad. Éramos somáticos escultores de nuestra propia talla, de aquello que somos realmente. El cojín como pedestal de piedra, la pared como superficie donde fijar nuestro modelo santo y como instrumentos de moldeo, unos traían maza, otros solo martillo, alguno fino escalpelo, tal era su afán cirujano. Dicen que conforme avanzas, esa caja de herramientas para desbrozarte, para refundarte, renueva útiles más precisos y sutiles. Después de cada sesión, el piso del dojo aparecía cubierto de material rajado, como el cabello cortado en el suelo de la peluquería: esquirlas y lascas emocionales de diverso tamaño, trozos invisibles de nuestra derrota, restos sobrantes de dolor antiguo, muestras ordinarias del instinto que nos puja, cortes abiertos a nuestra prepotencia y chulería ¡ qué pasaa, neen,…!
En los descansos, nos mirábamos las caras en silencio, estupefactos, como diciendo, quien nos mandaría venir aquí cuando yo debería estar mejor en cualquier otro sitio. Y agradecer que percibas que ese mando en ti empieza a ser tuyo y que nuestro neurótico que dice aquello se bate en retirada. Poco a poco. Por que ese apartarse a veces es para recuperar fuerzas y volver con más dominio en la plaza. No es fácil, no hay atajos, esto no es una tómbola con bonito premio, bonito regalo, asegurado.
Y comimos juntos ensalada, pasta con pisto y macedonia de frutas. En el silencio del simulacro de los oriokis, ya cansados, nos dimos cuenta, siempre voy hablando por ellos, que también éramos recipientes de diferente diámetro y todo aquello que anhelábamos, todavía no nos cabía dentro. Ese era el trabajo sagrado. Llenar nuestros cuencos de trucos o tratos.Y eso,que el tiempo pasa rápido como una flecha.
